Hace unos días me entró un correo de una amiga, me decía que el blog le parecía muy técnico, no entendía que era eso de aleje, ni lo de M1, ni el alargue, ni…
Me preguntó que por qué no ponía algo más filosófico, algún relato de esos que tengo, aunque sea solo un trozo.
Recuerdo también que un día me hizo la eterna pregunta… ¿Qué sientes por la montaña? Aquel día no me salieron palabras, hoy tengo estas para ti Marijose.
Me preguntó que por qué no ponía algo más filosófico, algún relato de esos que tengo, aunque sea solo un trozo.
Recuerdo también que un día me hizo la eterna pregunta… ¿Qué sientes por la montaña? Aquel día no me salieron palabras, hoy tengo estas para ti Marijose.
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Hacia años que no escalaba, cada vez que volvía a Picos y no tocaba su áspera roca me sentía triste, si no oía el tintineo del material en mi cintura me sentía apagado, huraño quizás.
Tenía una sensación extraña difícil de explicar, era como si mi espíritu no estuviera de acuerdo con esas lánguidas e insulsas visitas, como si estuviera distante y callado, hasta que un día creí oírlo.
- Si, me traes por aquí pero no me subes, me evocas viejos recuerdos y otra vez para abajo. Quiero volver a sentir esas sensaciones que sentíamos juntos entre esas nubes y paredes, en ese lugar aparentemente tan duro e inhóspito.
- Tú puedes volar, puedes vagar, puedes salir de mí y disfrutar de esas grises agujas, ve tú.
- Yo sin tu cuerpo no soy nada, necesito esa vida, ese corazón, ese amor que llevas tan dentro, no puedo subir sin ti, me sentiría vacío, tenemos que hacerlo juntos. Sin ti no soy más que un espíritu frío y errante, tenemos que volver a tocar esa roca, a vencer ese miedo, a sentir esa libertad y esa vida. Si no lo hacemos poco a poco iremos muriendo.
- Lo se.
No podíamos aguantar más, nos fuimos cuerpo y espíritu a esas montañas mágicas, a ese paraíso de soledad donde reina el abismo, nos fuimos a ser un alma, a sentir la vida y la libertad.
Tenía una sensación extraña difícil de explicar, era como si mi espíritu no estuviera de acuerdo con esas lánguidas e insulsas visitas, como si estuviera distante y callado, hasta que un día creí oírlo.
- Si, me traes por aquí pero no me subes, me evocas viejos recuerdos y otra vez para abajo. Quiero volver a sentir esas sensaciones que sentíamos juntos entre esas nubes y paredes, en ese lugar aparentemente tan duro e inhóspito.
- Tú puedes volar, puedes vagar, puedes salir de mí y disfrutar de esas grises agujas, ve tú.
- Yo sin tu cuerpo no soy nada, necesito esa vida, ese corazón, ese amor que llevas tan dentro, no puedo subir sin ti, me sentiría vacío, tenemos que hacerlo juntos. Sin ti no soy más que un espíritu frío y errante, tenemos que volver a tocar esa roca, a vencer ese miedo, a sentir esa libertad y esa vida. Si no lo hacemos poco a poco iremos muriendo.
- Lo se.
No podíamos aguantar más, nos fuimos cuerpo y espíritu a esas montañas mágicas, a ese paraíso de soledad donde reina el abismo, nos fuimos a ser un alma, a sentir la vida y la libertad.