02 diciembre 2014

Peña Las Monjas, Bustarviejo

La mayoría de los escaladores a los que preguntas no han oído hablar de Las Monjas, o si las conocen nunca han subido por allí. Desde hace cuatro años yo era uno de esos del segundo grupo, sabía que existía pero nunca se me había ocurrido ir a ese en apariencia lejano y recóndito sector, Miguel me hablaba a menudo de él, sobre todo cada vez que aparecían a la vista, allá a lo lejos, en nuestras ya muchas visitas al Mondalindo u otros sectores cercanos. Las Monjas era también un tema de conversación frecuente en el bar de turno, una constante universal en nuestros proyectos, teníamos incluso una coletilla habitual cuando repasábamos sectores pendientes… “luego tenemos Las Monjas”.
Me cuenta Miguel que conoció a su principal aperturista, Alberto Castro, en el muro de Herrera Oria hace ya muchos años, estuvieron un tiempo coincidiendo mientras entrenaban. Los avatares de la vida hicieron que Alberto se fuera a vivir a Bustarviejo. Años más tarde Miguel volvió a coincidir con él en los bares de la zona de Bustarviejo, tras hacer actividad en los distintos sectores de la sierra de Canencia. En uno de esos encuentros Alberto le contó sus aperturas en Las Monjas. Miguel fue dejando el tema de visitar el sector, hasta que cierto día de lluvia subió a echar un vistazo por aprovechar la jornada, casualmente ese mismo día cuando bajó coincidió con Alberto, mientras se tomaban unos vinos hicieron los croquis sobre unas frágiles servilletas de papel en Casa Maruja, aun con una idea de las vías en su cabeza el tema volvió a enquistarse, hasta que por fin cuatro años más tarde pudo subir a escalar, y yo tuve la suerte de acompañarle.

* * *
La mañana es fría, subimos abrigados por la cuesta y por unas prendas que se van alojando en nuestras mochilas a medida que tomamos altura. No sé si vamos fuera de sendero por el ansia de llegar pronto o simplemente porque no existe un camino directo, lo cierto es que vamos buscando la mejor ruta entre la baja vegetación y los dispersos islotes de roca.
Mientras continuamos por la asilvestrada ruta nos decimos que ya buscaremos el camino bueno a la vuelta. La atracción del sector nos ha hecho obviar el sendero que utilizan los parapentistas, que debe de andar un centenar de metros a nuestra derecha.

Cuando llegas al muro principal lo primero que te impresiona es el tono ligeramente azulado que tiene la roca, recuerda al Diedro Azul de Quebrantaherraduras, solo que aquí el liquen que da el color está más extendido, no puedo resistirme a tocarlo. Una vez que te acostumbras a ver el vertical muro levemente aturquesado, instintivamente empiezas a buscar sus presas, no hace falta mirar mucho para darte cuenta de la dureza de sus vías, y pensar que hoy a este muro no le vas a poder meter mano.
A la izquierda del paño principal, en un terreno bastante tosco, se levantan un par de espolones algo más asequibles, empezamos por el más occidental, en este primero hay dos cortas vías y un diedro roto.
 Miguel en la vía 2 según croquis
 Vía 2

Vía 1
A nuestra primera vía le falta la primera chapa, Miguel tira de repertorio y coloca un cáncamo hembra del 10 que lleva en el arnés.
La roca en apariencia no tiene buena adherencia, se parece un poco a la del vecino Mondalindo, además hay algo de arena y musgo sobre ella, se nota que esto no está muy transitado, aun así hacemos bien las dos vías existentes, incluso estamos un rato probando varias veces el primer paso de la segunda vía,…ahora taloneo con la izquierda, ahora pillo aquel cacho en bavaresa,… pues esta segunda tiene distintas alternativas de entrada.


El diedro roto

Terminadas estas nos vamos al diedro de la derecha, desde debajo da la impresión de que la roca está descompuesta y encima la primera chapa está bien alta, aunque nosotros no lo hacemos viene bien meter un friend antes de llegar a ella. Según subes cambia la sensación pues se nota que la roca está saneada, aun así hay alguna presa que se mueve. Le damos 6b, o 6a+ si vas a la derecha de las chapas.

Miguel en un paso invertido del diedro roto

Después de está nos vamos al muro del norte, en este hay una fisura de manos, creo que ligeramente desplomada, limpia y con descuelgue.
A la derecha de la fisura llama la atención un conjunto de bloques superpuestos que forman una aguja, da la impresión que en cualquier momento se pueden venir abajo cual castillo de naipes.

Parecen decir…mírame y no me toques

Tras colocar cintas, friends y aliens en el arnés, Miguel se mete en la fisura.

Miguel feliz en el descuelgue

Casi al final de la fisura echa en falta un segundo Camalot azul, está apunto de bajarse pero encuentra una buena presa dentro de la fisura que le anima a seguir, tras mucho esfuerzo y varios resoplidos consigue llegar a la reunión. Baja eufórico, diciendo que es la fisura más fuerte que se ha hecho últimamente, yo no me meto pues no estoy en mi mejor momento, además ya he visto lo que le ha costado a mi compañero y prefiero no meterme a guarrear.
Seguidamente bajamos al espolón que hay a la derecha del diedro roto, aquí hacemos una curiosa vía con forma ligeramente helicoidal.
En la vía helicoidal

Podríamos decir que esta vía es un pequeño resumen de lo que es este sector, empieza con un pequeño desplome chapado con buenos agarres, continua por una fisura muy arenosa desequipada, donde entran bien los friends y que extrañamente no se van los pies, y termina casi en lo alto de la agujita. Desde aquí se aprecia lo bien situado que está Bustarviejo en su valle, esta aguja conviene repelarla (rapel volado).
Damos por terminado el día contemplando el valle desde esta pequeña cima. En el habitual aperitivo ya nos faltará siempre una frase… “luego tenemos Las Monjas”, pero seguro vendrán otras vías, otros sectores para alargar una virtual lista. Volvemos a casa escuchando a Dylan, hoy hemos elegido una ruta un poco más larga al haber terminado la actividad en buena hora, podemos así disfrutar del valle y contemplar el volar de las aves cortado por el amarillo de los otoñales árboles en el temprano atardecer.


Cómo Llegar: Yendo por la A-1 tomar la salida 57 hasta Bustarviejo, subir a la parte alta de la urbanización el Pedregal (Bustarviejo), desde allí ya son visibles las paredes. Para subir al sector es conveniente hacerlo por el camino que hay a la derecha, ya que el sendero que va recto se cierra. Una vez estamos más o menos a la altura de Las Monjas sale un desvío que girar a la izquierda y va derecho a ellas.
Croquis: Miguel aún conserva aquellas viejas servilletas de papel, al día siguiente de nuestra aventura en Las Monjas las recibí en un correo electrónico, subo una para el recuerdo.

Aquí estos de nuestra actividad:




Notas importantes:
Aunque la roca se nota saneada es conveniente palpar la roca antes de cargar el peso pues alguna presa se mueve, sobre todo en el diedro roto, ojo hay zonas arenosas.
Material, cuerda de 60, cintas y un juego de friends del 0,5 al 3, si te metes en la fisura de arriba conviene repetir el 3 y llevar los aliens rojo y gris.

Al primer seguro de la vía 2 le falta la chapa. Para esta y otras vías es conveniente llevar siempre en el arnés chapas recuperables, y en la magnesera alguna tuerca del 10, otra alternativa más rápida es la de Miguel, lleva en el arnés un cáncamo hembra de rosca 10 que ya le ha sacado de más de un apuro.

Tras un rapel volado, en la manera de lo posible conviene recuperar la cuerda lentamente, el latiguear de ella en el vacío puede hacer inoportunos nudos.