La
mayoría de los escaladores a los que preguntas no han oído hablar
de Las Monjas, o si las conocen nunca han subido por allí. Desde
hace cuatro años yo era uno de esos del segundo grupo, sabía que
existía pero nunca se me había ocurrido ir a ese en apariencia
lejano y recóndito sector, Miguel me hablaba a menudo de él, sobre
todo cada vez que aparecían a la vista, allá a lo lejos, en
nuestras ya muchas visitas al Mondalindo u otros sectores cercanos.
Las Monjas era también un tema de conversación frecuente en el bar
de turno, una constante universal en nuestros proyectos, teníamos
incluso una coletilla habitual cuando repasábamos sectores
pendientes… “luego tenemos Las Monjas”.
Me
cuenta Miguel que conoció a su principal aperturista, Alberto Castro, en el
muro de Herrera Oria hace ya muchos años, estuvieron un tiempo
coincidiendo mientras entrenaban. Los avatares de la vida hicieron
que Alberto se fuera a vivir a Bustarviejo. Años más tarde Miguel
volvió a coincidir con él en los bares de la zona de Bustarviejo,
tras hacer actividad en los distintos sectores de la sierra de
Canencia. En uno de esos encuentros Alberto le contó sus aperturas
en Las Monjas. Miguel fue dejando el tema de visitar el sector, hasta
que cierto día de lluvia subió a echar un vistazo por aprovechar la
jornada, casualmente ese mismo día cuando bajó coincidió con
Alberto, mientras se tomaban unos vinos hicieron los croquis sobre
unas frágiles servilletas de papel en Casa Maruja, aun con una idea
de las vías en su cabeza el tema volvió a enquistarse, hasta que
por fin cuatro años más tarde pudo subir a escalar, y yo tuve la
suerte de acompañarle.
*
* *
La
mañana es fría, subimos abrigados por la cuesta y por unas prendas
que se van alojando en nuestras mochilas a medida que tomamos altura.
No sé si vamos fuera de sendero por el ansia de llegar pronto o
simplemente porque no existe un camino directo, lo cierto es que
vamos buscando la mejor ruta entre la baja vegetación y los
dispersos islotes de roca.
Mientras
continuamos por la asilvestrada ruta nos decimos que ya buscaremos el
camino bueno a la vuelta. La atracción del sector nos ha hecho
obviar el sendero que utilizan los parapentistas, que debe de andar
un centenar de metros a nuestra derecha.
Cuando
llegas al muro principal lo primero que te impresiona es el tono
ligeramente azulado que tiene la roca, recuerda al Diedro Azul de
Quebrantaherraduras, solo que aquí el liquen que da el color está
más extendido, no puedo resistirme a tocarlo. Una vez que te
acostumbras a ver el vertical muro levemente aturquesado,
instintivamente empiezas a buscar sus presas, no hace falta mirar
mucho para darte cuenta de la dureza de sus vías, y pensar que hoy a
este muro no le vas a poder meter mano.
A
la izquierda del paño principal, en un terreno bastante tosco, se
levantan un par de espolones algo más asequibles, empezamos por el
más occidental, en este primero hay dos cortas vías y un diedro
roto.
Miguel en la vía 2 según croquis
Vía 2
Vía 1
A
nuestra primera vía le falta la primera chapa, Miguel tira de
repertorio y coloca un cáncamo hembra del 10 que lleva en el arnés.
La
roca en apariencia no tiene buena adherencia, se parece un poco a la
del vecino Mondalindo, además hay algo de arena y musgo sobre ella,
se nota que esto no está muy transitado, aun así hacemos bien las
dos vías existentes, incluso estamos un rato probando varias veces
el primer paso de la segunda vía,…ahora taloneo con la izquierda,
ahora pillo aquel cacho en bavaresa,… pues esta segunda tiene
distintas alternativas de entrada.
El diedro roto
Terminadas
estas nos vamos al diedro de la derecha, desde debajo da la impresión
de que la roca está descompuesta y encima la primera chapa está
bien alta, aunque nosotros no lo hacemos viene bien meter un friend
antes de llegar a ella. Según subes cambia la sensación pues se
nota que la roca está saneada, aun así hay alguna presa que se
mueve. Le damos 6b, o 6a+ si vas a la derecha de las chapas.
Miguel en un paso invertido del diedro roto
Después
de está nos vamos al muro del norte, en este hay una fisura de
manos, creo que ligeramente desplomada, limpia y con descuelgue.
A
la derecha de la fisura llama la atención un conjunto de bloques
superpuestos que forman una aguja, da la impresión que en cualquier
momento se pueden venir abajo cual castillo de naipes.
Parecen
decir…mírame y no me toques
Tras
colocar cintas, friends y aliens en el arnés, Miguel se mete en la
fisura.
Miguel feliz en el descuelgue
Casi
al final de la fisura echa en falta un segundo Camalot azul, está
apunto de bajarse pero encuentra una buena presa dentro de la fisura
que le anima a seguir, tras mucho esfuerzo y varios resoplidos
consigue llegar a la reunión. Baja eufórico, diciendo que es la
fisura más fuerte que se ha hecho últimamente, yo no me meto pues
no estoy en mi mejor momento, además ya he visto lo que le ha
costado a mi compañero y prefiero no meterme a guarrear.
Seguidamente
bajamos al espolón que hay a la derecha del diedro roto, aquí
hacemos una curiosa vía con forma ligeramente helicoidal.
En la vía helicoidal
Podríamos
decir que esta vía es un pequeño resumen de lo que es este sector,
empieza con un pequeño desplome chapado con buenos agarres, continua
por una fisura muy arenosa desequipada, donde entran bien los friends
y que extrañamente no se van los pies, y termina casi en lo alto de
la agujita. Desde aquí se aprecia lo bien situado que está
Bustarviejo en su valle, esta aguja conviene repelarla (rapel
volado).
Damos
por terminado el día contemplando el valle desde esta pequeña cima.
En el habitual aperitivo ya nos faltará siempre una frase… “luego
tenemos Las Monjas”, pero seguro vendrán otras vías, otros
sectores para alargar una virtual lista. Volvemos a casa escuchando a
Dylan, hoy hemos elegido una ruta un poco más larga al haber
terminado la actividad en buena hora, podemos así disfrutar del
valle y contemplar el volar de las aves cortado por el amarillo de
los otoñales árboles en el temprano atardecer.
Cómo
Llegar: Yendo por la A-1 tomar la salida 57 hasta Bustarviejo, subir
a la parte alta de la urbanización el Pedregal (Bustarviejo), desde
allí ya son visibles las paredes. Para subir al sector es
conveniente hacerlo por el camino que hay a la derecha, ya que el
sendero que va recto se cierra. Una vez estamos más o menos a la
altura de Las Monjas sale un desvío que girar a la izquierda y va
derecho a ellas.
Croquis:
Miguel aún conserva aquellas viejas servilletas de papel, al día
siguiente de nuestra aventura en Las Monjas las recibí en un correo
electrónico, subo una para el recuerdo.
Aquí
estos de nuestra actividad:
Notas
importantes:
Aunque
la roca se nota saneada es conveniente palpar la roca antes de cargar
el peso pues alguna presa se mueve, sobre todo en el diedro roto, ojo
hay zonas arenosas.
Material,
cuerda de 60, cintas y un juego de friends del 0,5 al 3, si te metes
en la fisura de arriba conviene repetir el 3 y llevar los aliens rojo
y gris.
Al
primer seguro de la vía 2 le falta la chapa. Para esta y otras vías
es conveniente llevar siempre en el arnés chapas recuperables, y en
la magnesera alguna tuerca del 10, otra alternativa más rápida es
la de Miguel, lleva en el arnés un cáncamo hembra de rosca 10 que
ya le ha sacado de más de un apuro.
Tras
un rapel volado, en la manera de lo posible conviene recuperar la
cuerda lentamente, el latiguear de ella en el vacío puede hacer
inoportunos nudos.