Hay
días que tienes tantas vivencias juntas que en algún instante tu
cerebro llega a dudar si todas han ocurrido el mismo día, es como si
no tuviera tiempo a asimilarlas juntas. Eso me pasó el otro día al final de la jornada, en el último sector hubo un momento que dudé, pues me pareció muy distante el inicio del día, pero mejor empiezo desde el principio.
Miguel en la primera del Mururoa
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* *
Empezamos
el día temprano, hoy nuestra intención es visitar un par de
sectores pequeños, a las ocho ponemos rumbo a la Pedriza, a pesar de
que a nuestro primer sector se accede mejor desde Cantocochinos
entramos por el Tranco, es una cuestión de gustos, andas un poco más
pero es todo más tranquilo y menos agobiante, sobre todo por no
tener que estar pendiente de la barrera del otro lado.
La
mañana es fría y el camino se nos hace corto con la amena charla,
pronto llegamos al Mururoa, una pequeña placa vertical con cuatro
vías con algo de canto y muchas manchas de musgo que no dificultan
la escalada, el sector está solitario, tras dar un rápido vistazo a
las vías nos equipamos y nos metemos en ellas. Está terminando
Miguel la primera cuando empezamos a oír murmullos y ladridos.
El
primero en llegar es Galo, algo detrás vienen un montón de amigos,
entre los saludos y el alboroto de los perros se nos olvida que
estábamos aquí para trepar, subo y cierro la primera. Amablemente
nos dejan meternos en la segunda, con la excusa de que nosotros vamos
más rápido, a pesar de que ya han desplegado la cuerda bajo ella,
circunstancia que por supuesto agradecemos.
En nuestra segunda vía del Mururoa
Tras hacerla el tiempo
empeora, empieza una ligera nevada, decidimos esperar un poco, la
nieve se está depositándose en las regletas de la pared y aunque no
funde lo hará al contacto de nuestros dedos, mientras esperamos
acontecimientos nuestros hoy compañeros de pared cierran las dos
vías que tienen abiertas. Sus perros aun no deben tener definida la
jerarquía, pues de vez en cuando se oye alguna que otra tarascada
con el correspondiente quejido y la voz del amo del perro agresor
tratando de imponer el orden, el tiempo no mejora y nuestros
compañeros de tapia deciden ponen rumbo a Cantocochinos. Nosotros
aguantamos un poco más, pero la leve y persistente nevada mella
nuestra paciencia y nos hace poner rumbo sur.
La Foca
El
segundo sector al que teníamos pensado ir es a la Foca, que está
más o menos orientado al norte, aun a sabiendas de que va a estar
mojado vamos a hacerle una visita, no buscamos mejor opción pues
ahora mismo estará empapada cualquier pared ya sea norte o sur.
En
el camino a la Foca deja de nevar y cuando estamos observando sus
distintas lineas sale el sol, frente a nosotros cruzando el rio está
el ahora reluciente Cancho del Ratón, decidimos ir para allá a ver
como estaban sus vías pues las de las focas tardarán en secar.
Cancho de Ratón
De
camino al Ratón le suelto a Miguel un… “A ver si han reequipado
el sector”. Miguel no da crédito a mis palabras pues no sabía
siquiera que estuviese desequipado, este hecho hace que acelere el
ritmo de marcha y varíe levemente su humor.
El
aumento del paso junto con el exceso de abrigo hace que en la mínima
cuesta nos paremos a quitarnos ropa, en menos de media hora hemos
pasado del invierno a la cálida primavera, incluso me tengo que
poner un pañuelo en la frente pues el sudor busca mis ojos.
Llegamos
y efectivamente el Cancho del Ratón está desequipado, no es una
novedad para mí pero sí para el equipador que va conmigo, esta
circunstancia hace que su humor varié aun un poco más, entiendo que
a los del mismo gremio le afecten más esas cosas.
Tras
estar despotricando un rato decidimos acercarnos al Risco de las
Hormigas. Este sector está dividido en dos zonas, la inferir y la
superior, la primera está momentáneamente ocupada, nos vamos a la
de arriba a hacer un par de vías mientras se libera la inferior.
Miguel en el sector superior del Risco de las Hormigas
La
primera vía que hago no es que fuera muy difícil simplemente es que
no voy centrado, con tanto cambio mi cabeza no está tranquila, la
subo pero decido no escalar más en el día, ya que no estoy
disfrutando, me dedico a asegurar a Miguel que parece que el escalar
le relaja de los últimos acontecimientos del Cancho del Ratón.
Volvemos
al sector inferior, el 6c que pretende hacerse Miguel sigue ocupado,
mientras se queda libre se hace el 6b de la derecha, tras esto me
anima a meterme. Y bueno, la segunda negativa no soy capaz de
dársela. Me meto en tope, quitando el paso de mostrador del último
paso lo saco bien, bajo y me vuelvo a abrigar pues ha entrado una
nube y la temperatura vuelve a bajar con rapidez, de casi estar en
manga corta volvemos a los forros y las plumas.
Según estoy mirando
los pegues de los que ocupan la vía me entra una duda que le
pregunto a Miguel.
- Oye Miguel, ¿Lo de Galo y sus amigos fue esta mañana verdad?
No
hace falta que me conteste pues enseguida me doy cuenta de la
tontería que estoy diciendo, me quedo pensando en cómo me ha
llegado esa idea a la cabeza y en los intríngulis de nuestro
cerebro. Mientras, los hoy compañeros de pared dejan colarse a
Miguel para que se haga el 6c.
Hola Antonio, siento mucho que el dia saliese asi, y mas por nuestra aparicion con los perros, ya que veo que lo que queriais era escalada y tranquilidad... mi intencion no era ni molestar, ni agobiar con los perros....
ResponderEliminarQué hay Antonio,
ResponderEliminarAunque ya me contaste la historia en vivo cuando estuvimos escalando. Me ha encantado leerla, cómo siempre!
Abrazo!
Venga Galo! Para nada que molestasteis, menuda tonteria, y encima nos dejasteis colar en una via. Fue un placer teneros al lado.
ResponderEliminarUn abrazo
Que tal Vlady, fue un dia raro, estar de aqui para allá buscando sitio, con cambios de tiempo, de compañeros de pared incluso de humor por los desequipamientos...paracieron cuatro dias.
ResponderEliminarAbrazos!