Mis
visitas al despacho de mi jefe son habituales, y más si no está él,
una de sus paredes es de cristal, y a través de ella se divisa la
sierra de Madrid en toda su plenitud, hoy el despacho está vacío,
entro y me quedo unos minutos contemplando el espectáculo, está
nevando y apenas se ven las montañas entre las nubes y la nieve, no
puedo evitar que me asalten los recuerdos del pasado sábado…
Ha
estado toda la noche lloviendo, según vamos a la Pedriza vemos que
el cielo está negro y sigue lloviendo.
Hay
una frase que Miguel suele decir los días malos en los que ve alguna
posibilidad de escalar. ¡Hoy escalamos Antonio!
Hoy
creo que no es día para decirlo, aunque según nos acercamos a
Manzanares, medio en broma, le hago la retórica pregunta. ¿Qué
Miguel, hoy escalamos? Con la sonrisa de oreja a oreja me dice. ¡Hoy
no escalamos Antonio! Pues no sé, le digo continuando con la broma,
por allí se ve un claro que…jaja!
Después
de tomarnos el café en el pueblo ponemos con tranquilidad rumbo al
Tranco, no creo que hoy tengamos problemas de aparcamiento, me dice
Miguel.
Nuestra
intención, ya que no se puede escalar, es ir a visitar un sector
relativamente nuevo que anda por las cercanías del Euro.
Tras
aparcar en el Tranco cogemos los paraguas y subimos río arriba. En
los primeros remansos hay algún que otro pescador que trata de
sorprender a algún pececillo en río revuelto, un poco más arriba
vemos que el rugiente rio baja muy crecido, incluso se oyen el tronar
sordo de los bloques de granito chocando unos contra otros dentro del
cauce, se asemejan a los sonidos del cielo.
Nos
cruzamos con algunos montañeros que nos dan noticias de que hoy no
se puede pasar por ningún lado, pero nosotros ni caso, seguimos rio
arriba, los años de experiencia tienen que servir para algo.
Efectivamente,
por la pequeña pasarela que hay enfrente de la Foca no se puede
pasar, simplemente no está, o está sumergida o se la ha llevado el
río, tampoco podemos ir por el camino de la derecha pues está
inundado, tenemos que atrochar y subir monte arriba, nos toca ir
entre musgosos bloques, zarzas y resto de vegetación mojada, hasta
llegar al puente que hay para cruzar a Cantocochinos, desde aquí
ponemos rumbo al norte por la autopista de La Pedriza.
Se
ha abierto una pequeña ventana, no es muy grande pero al menos no
llueve, tras ver el chorreante sector, donde dejamos tarea pendiente,
bajamos al coche con la idea de que si no vuelve a llover se podrá
escalar en breve, o al menos vamos a intentarlo.
En
el camino de vuelta vemos incluso que parte de las losas y bloques de
granito que hay en el suelo se están secando.
Llegamos
a casa Julian viendo el granito más seco que mojado, animados,
cogemos los macutos y decidimos ir a la Placa de Emilio a probar
fortuna.
A
pesar de que por la Muñeca hay más cascadas que nunca y que el
arroyo anega parte del camino de subida, se ve alguna que otra placa
seca entre la inmensidad de la roca.
Llegamos
a la Placa de Emilio, hacía tiempo que no venía por aquí, me trae
buenos recuerdos, lo primero que comprobamos es que las vías que hay
debajo de la encina no se pueden hacer, a su derecha hay una que
parece se va a dejar hacer, tiene el típico pasito de entrada en el
que hay que hacer un mano pie.
Nos
preparamos y nos metemos en ella, pero justo cuando Miguel pone la
primera cinta vuelve a llover, desmontamos y esperamos bajo la encina
a ver si para, en breves minutos deja de llover, parece que el tiempo
va a aguantar un poco, Miguel vuelve a poner la primera cinta y por
fin despega hacia el cielo, en mi turno también cae alguna que otra
gota, el pasito del mano pie, aunque al final lo saco, me cuesta más
de lo habitual, entre las horas que llevamos andando y el frío que hace me han dejado los músculos agarrotados, en el resto de la
vía no tengo problemas pues no hay que tirar de elasticidad, lo que
si hago es subir rápido pues la roca roba el calor de las manos con
rapidez, cuando llego arriba, y pese a que comparte reunión con la
siguiente que tenemos pensado hacer, limpio la reunión.
Vuelve
de nuevo el mal tiempo y nos va a pillar de lleno en lo alto de la
peña, aun así Miguel saca otra vía, a mí no me da tiempo pues ha
empezado a caer aguanieve.
Recogemos
y partimos hacia abajo entre agua, nieve y relámpagos, a pesar del
paraguas las botas y los pantalones se empapan en breves minutos, aun
así prefiero estar aquí en la Pedriza, que bajo la protección del
despacho de mi jefe reviviendo estos momentos.
Antonio, yo tambien prefiero mojarme en la montaña con un buen amigo, a ver como llueve desde algun bareto en Madrid. Un dia fantastico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tal Miguel! Efectivamente fue un día fantástico con un buen amigo, haber si volvemos aunque sea en seco :)
ResponderEliminarUn abrazo