Durante
el jurásico, hace ya millones de años, dos de los continentes por aquel
entonces existentes colisionaron, entre otras cosas aquel choque produjo una
gran depresión a la que llamamos la fosa de Tetis, el agua cubrió dicha fosa
con mares poco profundos, con el paso de los siglos en dichos mares se fue
acumulando desechos coralinos y otros materiales sedimentarios calizos, un
posterior movimiento orogénico dejo toda aquella caliza libre de aguas.
De
norte a sur pasando por el levante de la hoy península ibérica, semejante a una
media luna en fase creciente, estaba parte de ese antiguo y desaparecido mar de Tetis, en
estos lugares se elevan ahora valles, llanuras y grandes y conocidas paredes calcáreas vestigios
de aquellos sedimentos, también hay otros recónditos lugares menos conocidos
con pequeñas paredes de cierto encanto.
Para
mí fue toda una aventura dar con ellos siguiendo pequeños mapas, difusas
anotaciones o acompañando a algún amigo que había conseguido la información por
el boca a boca. A todos ellos fuimos sin croquis, sin saber el grado de las
vías. Era llegar a pie de vía y decir… esta parece factible, y allí que nos
metíamos. Hoy resumo en este post tres de aquellas salidas.
Eloy en un paso de Bloque
* * *
* * *
- La
primera de estas zonas la conocí en diciembre de 2013, hacía frío y la escarcha
cubría todo el paisaje, seguíamos a Jorge, de vez en cuando Jorge paraba
buscando unas referencias para nosotros inexistentes. Una vez orientado
cambiábamos de dirección y continuábamos sus firmes pasos, nos fiábamos de su
instinto, que remedio, habíamos decidido seguirlo aunque no tuviera éxito. Ya
iba yo pensando que si no encontrábamos el sector al menos nos contentáriamos
con un invernal paseo, cuando apareció el cañón ante nosotros. A su entrada
estaba la referencia que buscaba Jorge, un viejo gendarme de tres puntas que
parecía montar guardia.
En
este caso la roca no estaba muy compacta yo incluso diría que estaba
descompuesta, y para colmo tenía muchas aristas vivas, roca ponzoñosa lo llamó
Vlady.
Desde el primer momento la roca no me produjo buenas sensaciones, luché
en mi interior por ahogar dichas sensaciones pues habíamos desechado otros
planes a sectores conocidos para escalar hoy aquí, tras la ardua búsqueda no
quise dedicarme a dar paseítos ni a la vida contemplativa.
A
la segunda vía que hice me bajé unos metros junto a un bolo del tamaño de una
gran sandía, el bolo siguió bajando hasta el suelo y cayó a un par de metros de
mi asegurador. No sé qué me asustó más si mi caída o ver el regatito que mandaba
para abajo al publico existente.
Capté
el mensaje y ese día no volví a revelarme contra mis sensaciones.
- En
septiembre del año pasado tuve ocasión de visitar otro de los secretivos del
“Mar de Tetis”. En esta ocasión fuimos guiados por Alfonso, o mejor dicho por
el teléfono de Alfonso, pues cuando llevamos cerca de una hora andando por un
polvoriento camino nos dimos cuenta de que a lo lejos todo eran matojos y
terreno llano, la orografía que veíamos no daba vestigios de ninguna pared
cercana, por fortuna hay cobertura y tras una oportuna llamada volvimos al
camino correcto y dimos rápidamente con el sector.
Lorena asegurada por Alfonso
A
un “plaquero” como yo se le acaban los brazos tras pocas vías, una vez petado y
mientras mis lolos amigos del roco seguían a lo suyo, con pasos de bicicleta por aquí,
taloneos por allí, acompañados por diversos monodedos y bidedos me dedique a otros menesteres. Aproveché el resto de la mañana para explorar el valle y recolectar sus frutos. Había nogales junto a la
ribera del río, me llevé el macuto a casa un par de kilos más pesado de como vino, a pesar de
que la cantimplora volvía vacía.
- El
último de estos secretivos calizo lo visitamos este julio, en plena ola de
calor, fuimos con pocas referencia, simplemente llevábamos una foto de
situación que nos habían pasado por el móvil, nos cuesta un poco encontrarlo
pues vamos con la idea de que la pared tiene orientación norte, tras un buen
pateo rodeado siempre de moscas cojoneras, vemos que el único sitio en el que
pueden haber vías está orientado prácticamente en su totalidad al sur, allí
vamos como última opción a ver si hay chapas y… las hay! Las vías son duras
aunque siempre hay algunas que se dejan hacer, montamos el campo en las únicas
sombras que hay bajo unos desplomes. Nos dedicamos a escalar hasta que el
calor, las avispas y sobre todo la falta de agua nos empujan a
retirarnos.
A
pesar de haber trepado menos de diez vías sumando los tres sectores, no cambio
ningunos de estos días por escalar en otras zonas más afamadas de caliza.
Aunque
no es mi estilo en esta ocasión prefiero no desvelar estos pequeños lugares, lugares hechos por el paso de millones y millones de siglos, por ello se me hace difícil entender la palabra secretivo, se me hace difícil ver que las personas, que duramos segundos con relación a estos muros, nos creamos con sus derechos, aun así lo respeto por petición expresa de dos de mis guías. En estas tres salidas he disfrutado con el encanto de la búsqueda, ese encanto de la exploración que parece hoy
perderse, estos lugares anónimos le dan sentido a la exploración, otra faceta de la escalada, que entiendo que debe ser algo más que coger una guía e ir a
tiro hecho a pie de sus vías.