Este verano he subido un par de veces a trepar a Peñalara, si no he subido nada de esto al blog, es porque quería hacer una entrada después de una buena actividad, a ser posible clásica y por suerte ha sido en la pared del Zabala.
Este lugar, Peñalara, es especial para mí, aquí me siento como en casa, aquí fue donde hace muchos años vi escalar por primera vez.
Me gusta la montaña desde que tengo uso de razón, pero aquella mirada me metió ese veneno que guardo como un tesoro, la pasión por la escalada. ¿Qué mirada? Pues os cuento.
Este lugar, Peñalara, es especial para mí, aquí me siento como en casa, aquí fue donde hace muchos años vi escalar por primera vez.
Me gusta la montaña desde que tengo uso de razón, pero aquella mirada me metió ese veneno que guardo como un tesoro, la pasión por la escalada. ¿Qué mirada? Pues os cuento.
* * *
Cierto día de invierno, a principios de los años ochenta, me acerqué con mi viejo amigo Miguel a Peñalara, recuerdo que hacia un día de perros, tuve que medio engañar a Miguel, ya en la Venta Marcelino, para que se viniera conmigo monte arriba, como mucha gente de por allí, viendo el día que hacia pretendía volverse a Madrid con un somero y tibio caldo de pollo en el cuerpo.
- Jo Miguel! Le comentaba a mi amigo, si hace malo no pasa nada, tenemos abrigos.
Se lo debí decir con tanto calor que no fue capaz de negarse a acompañarme.
El día era gris, hacía frío y las nieblas iban y venían. A regañadientes, entre protestas y casi a ciegas conseguí arrastrarlo hasta las faldas de Dos Hermanas.
Ya en medio de la ventisca y con mi amigo tirando de mí para abajo, comprendí que no era día de cumbre, de manera que por alargar un poco más nuestra estancia en la montaña, le propuse que nos fuéramos a comer algo al ya por entonces decadente refugio del Zabala.
En el refugio habían dos chavales que alimentaban el fuego con las astillas de unas maderas blancas, las astillas eran de las tablas que por aquel entonces recubrían la parte alta del refugio, todavía quedaban algunas en su lugar de origen pero pronto tendrían el mismo destino.
Era curioso acercarse de vez en cuando por allí por ver la degradación paulatina del refugio, las tablas desaparecían casi a la misma velocidad con que aumentaba la basura.
La chimenea no tiraba y yo no aguantaba el humo, mientras Miguel terminaba con su lata de sardinas en aquel hediondo refugio, decidí darme una vuelta por los alrededores.
El viento iba cesando y la niebla parecía que se levantaba, me acerqué al cortado por ver aparecer el valle de entre la blancura de las errantes nubes. De repente, unas voces mezcladas con el ya tímido viento, salieron de entre la niebla.
- ¡Asegura Juan!
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver surgir a aquel hombre de entre la niebla por aquel precipicio granítico. Un halo debió entrar en mi cuerpo aquel día al cruzar mi juvenil mirada con la de aquel recio montañero, aun recuerdo aquellos ojos, tan fríos pero tan llenos de vida y aquella extraña sonrisa...
- Jo Miguel! Le comentaba a mi amigo, si hace malo no pasa nada, tenemos abrigos.
Se lo debí decir con tanto calor que no fue capaz de negarse a acompañarme.
El día era gris, hacía frío y las nieblas iban y venían. A regañadientes, entre protestas y casi a ciegas conseguí arrastrarlo hasta las faldas de Dos Hermanas.
Ya en medio de la ventisca y con mi amigo tirando de mí para abajo, comprendí que no era día de cumbre, de manera que por alargar un poco más nuestra estancia en la montaña, le propuse que nos fuéramos a comer algo al ya por entonces decadente refugio del Zabala.
En el refugio habían dos chavales que alimentaban el fuego con las astillas de unas maderas blancas, las astillas eran de las tablas que por aquel entonces recubrían la parte alta del refugio, todavía quedaban algunas en su lugar de origen pero pronto tendrían el mismo destino.
Era curioso acercarse de vez en cuando por allí por ver la degradación paulatina del refugio, las tablas desaparecían casi a la misma velocidad con que aumentaba la basura.
La chimenea no tiraba y yo no aguantaba el humo, mientras Miguel terminaba con su lata de sardinas en aquel hediondo refugio, decidí darme una vuelta por los alrededores.
El viento iba cesando y la niebla parecía que se levantaba, me acerqué al cortado por ver aparecer el valle de entre la blancura de las errantes nubes. De repente, unas voces mezcladas con el ya tímido viento, salieron de entre la niebla.
- ¡Asegura Juan!
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver surgir a aquel hombre de entre la niebla por aquel precipicio granítico. Un halo debió entrar en mi cuerpo aquel día al cruzar mi juvenil mirada con la de aquel recio montañero, aun recuerdo aquellos ojos, tan fríos pero tan llenos de vida y aquella extraña sonrisa...
* * *
Casi 30 años más tarde recibo un e.mail de Diego invitándome a trepar a mi sitio favorito, la respuesta es evidente. :)
Jueves 27, quedamos a las 16:30 en el puente de Vallecas, vienen también JuanMa y Cristian, hermano y sobrino de Diego respectivamente, pero ellos se dedican a pasear un poco por los alrededores.
Diego ya viene con una vía en la cabeza, y como yo ando algo disperso por mis vacaciones en la playa me dejo llevar. La vía elegida es la Fisura de la sartén V+, que luego alargamos con un poco de la vía C.M.G. y otro poco de la Iñaki, resultando una bonita combinación de cacharreo variado.
Jueves 27, quedamos a las 16:30 en el puente de Vallecas, vienen también JuanMa y Cristian, hermano y sobrino de Diego respectivamente, pero ellos se dedican a pasear un poco por los alrededores.
Diego ya viene con una vía en la cabeza, y como yo ando algo disperso por mis vacaciones en la playa me dejo llevar. La vía elegida es la Fisura de la sartén V+, que luego alargamos con un poco de la vía C.M.G. y otro poco de la Iñaki, resultando una bonita combinación de cacharreo variado.
Empieza Diego con la que parece a simple vista una fácil fisura, pero cuando estás metido en ella ves que no es tan fácil y más si le das sin calentar, está semiequipada con un par de lejanos parabots, Diego la protege con un empotrador y varios friends más, reunión dos argollas.
El siguiente largo me toca, según me dijo Diego luego es un trozo de la vía C.M.G., el recorrido es fácil pero algo sinuoso y no hemos subimos cintas largas, lo que hace que al colocar los seguros la cuerda corra regular, según me alejo y protejo tengo que tirar cada vez más de la cuerda antes de progresar.
Cuando llevo unos 20m llego a una amplia repisa de la que salen dos vías, la de la izquierda es una placa con un distante parabolt del que cuelga un maillón, parece dura, a la derecha hay una pared blanquecina partida por un par de fisuras, parece más asequible, aun así decido montar reunión en la repisa pues sea cual sea la elección las dos exigen ir con la cuerda suelta.
Monto pues una improvisada reunión en la repisa, aquí hay que andar con cuidado al colocar los friends pues algunas lajas, pese a parecer sólidas, se mueven.
Cuando llega Diego reconoce la pared blanquecina, me dice que es parte de la Vía Iñaki, JuanMa que está ya abajo observando nos lo confirma.
Se mete Diego, solo está protegida por un parabolt antes de un pequeño desplome con cacho, por lo que tiene que tirar de empotras y friends, sale bien, reunión dos argollas.
El siguiente largo me toca, según me dijo Diego luego es un trozo de la vía C.M.G., el recorrido es fácil pero algo sinuoso y no hemos subimos cintas largas, lo que hace que al colocar los seguros la cuerda corra regular, según me alejo y protejo tengo que tirar cada vez más de la cuerda antes de progresar.
Cuando llevo unos 20m llego a una amplia repisa de la que salen dos vías, la de la izquierda es una placa con un distante parabolt del que cuelga un maillón, parece dura, a la derecha hay una pared blanquecina partida por un par de fisuras, parece más asequible, aun así decido montar reunión en la repisa pues sea cual sea la elección las dos exigen ir con la cuerda suelta.
Monto pues una improvisada reunión en la repisa, aquí hay que andar con cuidado al colocar los friends pues algunas lajas, pese a parecer sólidas, se mueven.
Cuando llega Diego reconoce la pared blanquecina, me dice que es parte de la Vía Iñaki, JuanMa que está ya abajo observando nos lo confirma.
Se mete Diego, solo está protegida por un parabolt antes de un pequeño desplome con cacho, por lo que tiene que tirar de empotras y friends, sale bien, reunión dos argollas.
Para bajar decidimos movernos a la reunión de la C.M.G., que está a la izquierda, ya que está alineada con nuestra primera reunión, ojo, el primer rápel tiene 30 metros justos y hay que andar con mucho cuidado.
Foto: Rapel
Segundo rápel fácil y para casa después de una fría cervecita, mala suerte la cámara de Diego está sin pilas y no hay más fotos.
Como llegar: Desde el puesto de Cotos entrar por la verja que está al lado de Venta Marcelino, subir la pista, pasar una fuente donde se puede coger agua, pasar el deposito y para arriba hasta que aparece un cruce con una indicación, en este cruce por la derecha enseguida veremos el refugio y debajo de él está la parded del Zabala.
Como llegar: Desde el puesto de Cotos entrar por la verja que está al lado de Venta Marcelino, subir la pista, pasar una fuente donde se puede coger agua, pasar el deposito y para arriba hasta que aparece un cruce con una indicación, en este cruce por la derecha enseguida veremos el refugio y debajo de él está la parded del Zabala.
Los croquis: En la descatalogada guía de Agustín Arránz y Miguel Barroso, a modo de orientación de toda la zona, tienes los que entregan en la caseta de la entrada del parque y los que Fauno ha colgado en vía clásica
Más sobre ese día: En el blog de Diego
Actividad realizada:
232. Variante Sartén + Combinación vías C.M.G. e Iñaki.
(V+, Desequipada)
232. Variante Sartén + Combinación vías C.M.G. e Iñaki.
(V+, Desequipada)